Por la raíz que nos habita, por la palabra que es memoria.
Construyendo poder popular desde abajo, desde la unión de nuestras diferencias.
Cinco espirales que tejen el compromiso colectivo de nuestros territorios, comunidades y la memoria viva de nuestros pueblos.
"Por la raíz que nos habita, por la palabra que es memoria"
• Reconocemos la importancia de defender y revitalizar nuestra memoria viva, recordando algunos saberes y prácticas ancestrales.
• Nos comprometemos a fortalecer alianzas, exigir respaldo institucional y garantizar espacios seguros y dignos para el ejercicio biocultural, espiritual y comunitario.
• Nos proponemos formar liderazgos jóvenes e intergeneracionales, impulsar el respeto por todas las formas de vida y promover el diálogo para transformar conflictos en acuerdos. Valorar la labor de quienes cuidan el conocimiento es vital para la pervivencia y el bienestar de nuestras comunidades y territorios.
Reconocemos la urgencia de defender y revitalizar nuestra memoria viva. La que camina descalza entre montañas, cura con plantas y susurros de rezos. La que canta entre los colores de los alimentos y la cocina. Nos declaramos guardianes de saberes que no caben en los libros, de prácticas que han sostenido la vida desde antes de la imposición del olvido.
Nos comprometemos
a fortalecer las juntanzas
que brotan entre pueblos, entre sentires,
a exigir respaldo justo de las instituciones
que deben garantizar
espacios seguros, dignos y sagrados
para el ejercicio biocultural, espiritual y comunitario.
Nuestra espiritualidad es política.
Nuestro derecho a la dignidad, innegociable.
Nos proponemos
formar liderazgos jóvenes e intergeneracionales,
tejer puentes entre la experiencia y la rebeldía,
entre la semilla y el brote nuevo.
Impulsamos el respeto por todas las formas de vida,
y abrazamos el diálogo como medicina
que transforma los conflictos en acuerdos,
la fractura en tejido,
la distancia en comunidad.
Valoramos profundamente a quienes guardianan el conocimiento
porque en sus manos se sostiene la pervivencia,
el bienestar y el futuro de nuestros territorios. Sin ellas, sin ellos, sin nuestra unión no hay un mañana posible.
Este es nuestro mandato:
honrar el pasado, sembrar presente y custodiar el porvenir.
Porque la memoria es semilla viva y debemos hacerla florecer.
"Somos la base. Desde abajo en la unión somos la construcción del mañana"
• Rechazamos los proyectos y sistemas productivos que destruyen nuestros territorios
• Exigimos respeto por la vida, la naturaleza y las comunidades
• Reconocemos a las mujeres como base de las luchas y rompemos con la opresión patriarcal.
• No aceptamos más abandono político ni reformas impuestas desde arriba.
• Somos organizaciones vivas, decididas a resistir y a transformar.
• Nos comprometemos a unirnos desde nuestras diferencias, fortaleciendo redes, compartiendo saberes y creando espacios de encuentro.
• Construimos poder popular desde abajo, con juntanzas, diálogo y autonomía.
• Nos apropiamos de la comunicación, defendemos lo público y sembramos soberanía alimentaria.
• Con escuelitas populares y alianzas críticas, forjamos el futuro que merecemos rumbo a las elecciones de 2026.
Rechazamos cualquier proyecto que fracture la tierra o devaste nuestros ríos, ningún sistema puede arrasar con las montañas, ni convertir el territorio en mercancía. No más despojo en nombre del progreso. No más extractivismo disfrazado de desarrollo.
Exigimos respeto
por la vida en todas sus formas,
por la vida que respira,
por las comunidades que cuidan.
Nuestra dignidad no se negocia.
Nuestros territorios no están en venta.
Reconocemos a las mujeres como columna vertebral de las luchas, como fuego inextinguible, como raíz que sostiene. Rompemos con el patriarcado que nos silencia y nos divide, que nos necesita domesticadas. Aquí estamos: insumisas, diversas, despiertas, con la fuerza de nuestras ideas y trazo de nuestra determinación.
No aceptamos más abandono político,
ni reformas que aparecen como decretos mudos desde escritorios lejanos que nunca han pisado el barro.
El poder real se construye con los pies en la tierra y el corazón en común.
Somos organizaciones vivas
somos tejidos que laten,
somos voces que resisten
y manos que transforman.
Desde cada vereda, cada barrio, cada comunidad levantamos el futuro con dignidad y esperanza.
Nos comprometemos a unirnos desde nuestras diferencias, a mirarnos sin miedo, a compartir los saberes, a crear en unión los espacios donde nuestras voces se encuentren y se amplifiquen.
Construimos poder popular desde abajo, con juntanzas y diálogo, con la autonomía que florece entre semillas sembradas por nuestras manos. Nuestra fuerza está en el encuentro. Nuestras políticas buscan el bien común.
Nos apropiamos de la comunicación, hacemos de la palabra un arma y un abrazo, defendemos lo público como territorio de toda diversidad. Sembramos soberanía alimentaria con cada huerta, cada olla, cada semilla que vuelve.
Con escuelas populares y juntanzas críticas, forjamos un camino en conjunto, rumbo a las elecciones de 2026 y más allá: un país al servicio de su gente, una política que nazca del pueblo, una democracia que escuche desde abajo.
Este es nuestro mandato:
El poder popular no se pide, se construye. No se espera, se siembra.
No se teme, se gestiona.
"Florecer desde los bordes, construir desde nuestras orillas"
Reconocemos el cuidado como tarea colectiva y transformamos las masculinidades hacia prácticas críticas y corresponsables. Nos negamos a seguir invisibilizando las violencias familiares, rurales y estructurales. Nombramos los saberes campesinos, las luchas de mujeres y diversidades sexo-genéricas, y denunciamos los crímenes de odio. La paz también se construye con quienes han sido excluidos o privados de libertad.
Nos organizamos para sostener procesos autónomos, con medios alternativos, escritura trans, educación popular y cooperación internacional. Rechazamos el silenciamiento y la romantización de nuestras luchas.
Nos encontramos para tejer redes entre mujeres y diversidades, construir autonomía económica y darle un nuevo rostro al cuidado y a la vida, desde abajo, desde cada corazón.
Reconocemos el cuidado como tarea colectiva, como vínculo que nutre, como ética compartida. Transformamos las masculinidades hacia prácticas críticas y corresponsables, porque el cuidado no tiene género y la ternura también es revolución.
Nos negamos a seguir invisibilizando las violencias
ésas que se ocultan entre paredes,
las que cruzan los campos y habitan estructuras frías disfrazadas de ley.
Las nombramos una por una,
para que nunca más se perpetren en silencio.
Nombramos los saberes campesinos, las luchas de mujeres, las existencias disidentes, las memorias queer, las resistencias que no caben en las estadísticas. Denunciamos los crímenes de odio y sembramos justicia desde el reconocimiento.
Nos organizamos para sostener procesos autónomos, con medios alternativos que digan nuestras verdades, con escritura trans que desborde los márgenes, con educación popular que enseñe a pensar en colectivo y cooperación internacional que respete la autonomía.
Rechazamos el silenciamiento, la censura disfrazada de diálogo, la romantización de nuestras heridas y el uso decorativo de nuestras luchas. No somos paisaje de campañas ni cifras para informes. Somos seres políticos con voz y decisión.
Nos encontramos para tejer redes entre mujeres y diversidades, para construir autonomía económica, para crear un nuevo sentido del trabajo, del hogar, del amor. Le damos un nuevo rostro al cuidado y a la vida: uno que nace desde lo que el sistema se ha negado a ver... y ahora es semilla haciendo futuro.
Este es nuestro mandato:
Vivir dignamente en la diferencia,
nombrarnos sin miedo, y reconstruir el mundo desde nuestras disidencias.
"Tierra viva, raíz común"
Defendemos el territorio frente al urbanismo desmedido, los monocultivos y la contaminación.
Recuperamos la soberanía alimentaria creando huertas, escuelas de vida y espacios de reflexión.
Nos comprometemos a proteger la biodiversidad, a legislar con justicia ambiental y a construir memoria desde la resistencia, reconociendo los derechos de la Naturaleza, como un ser vivo que también siente y sana.
Reconectamos con nuestra diversidad montañera mediante recetas, semillas, la siembra, los mercados populares y la bioconstrucción.
Nos unimos en encuentros, festivales y plataformas para fortalecer alianzas, frenar el uso de agroquímicos y transformar nuestros sistemas de alimentación.
Recreamos el Corredor del Yaguarundí para conectarlo con el Corredor del Puma hasta el Corredor Biocultural de Los Nevados y del Oriente de Caldas.
Defendemos el territorio
como se defiende el cuerpo,
como se cuida un río que sangra.
Nos levantamos contra el urbanismo desmedido, los monocultivos que secan la vida
y la contaminación que mutila lo sagrado.
No más asfalto donde debe haber raíz.
No más cemento donde florece el maíz.
Recuperamos la soberanía alimentaria
como derecho y como siembra,
creando huertas, escuelas de vida
y espacios de reflexión
donde cada semilla se convierte en memoria
y cada cosecha en resistencia.
Nos comprometemos a proteger la biodiversidad, a legislar con justicia ambiental y construir memoria desde la resistencia.
La Naturaleza es un ser vivo, y también siente, también sana, también sueña.
Reconocer sus derechos es reconocer los nuestros.
Reconectamos con nuestra diversidad montañera
esa que vive en las recetas de las abuelas,
en las semillas guardadas en pañuelos,
en la siembra compartida,
en los mercados populares
y en la bioconstrucción que respira con la montaña.
Nuestro paisaje no es fondo, es protagonista.
Nos unimos en encuentros, festivales y plataformas
porque resistir también es celebrar,
y en la fiesta brota la alianza.
Nos organizamos para frenar los agroquímicos
y transformar nuestros sistemas de alimentación
desde la raíz, desde lo colectivo,
desde el amor a la tierra y su abundancia.
Recreamos el Corredor del Yaguarundí
lo conectamos con el Corredor del Puma,
y extendemos la vida hasta el
Corredor Biocultural de los Nevados y el Oriente de Caldas.
Porque el territorio no termina en un mapa:
es una espiral de vida que se enlaza
entre ríos, bosques, pueblos y memorias.
Este es nuestro mandato:
sembrar dignidad, caminar la montaña,
y defender la Tierra como quien defiende la casa, el cuerpo y la vida misma
"Las niñeces siembran futuro"
Debemos recuperar nuestros barrios como lugares seguros y limpios, libres de violencias.
Es nuestro deber colectivo cuidar las plantas, los animales y garantizar espacios dignos para jugar, convivir y crecer en comunidad.
Soñamos más parques, huertas y zonas de encuentro donde niñas, niños y familias aprendan a cuidar su entorno desde pequeños.
Promovemos programas de compostaje, siembra y recreación que fortalezcan el tejido barrial y el uso sano del tiempo libre.
¡Hacemos del cuidado una forma de vida y del barrio un lugar para vivir con dignidad!
Debemos recuperar nuestros barrios
como lugares seguros y sanos,
libres de violencias y llenos de vida,
donde el miedo no tenga casa
y la esperanza camine de la mano con las vecinxs.
Nuestro territorio empieza en la esquina,
en la cuadra donde jugamos,
en el andén donde florece una planta.
Es nuestro deber colectivo cuidar las plantas, los animales, los entornos
y garantizar espacios dignos para convivir,
jugar, imaginar y crecer.
Que cada parque sea refugio,
que cada calle sea abrazo,
que cada barrio sea semilla de comunidad.
Soñamos más huertas, más parques, más zonas de encuentro
donde niñas, niños y familias aprendan a amar la tierra,
a respetar lo vivo,
a construir desde el juego una ética del cuidado
que florezca desde la infancia.
Promovemos programas de compostaje, siembra y recreación
que fortalezcan el tejido barrial
y el uso sano del tiempo libre.
Porque jugar también es sembrar.
Porque la risa también es semilla.
Hacemos del cuidado una forma de vida
una práctica cotidiana que transforma el entorno
y nos hace mejores vecinxs, mejores comunidades,
más conscientes, más sensibles, más fuertes.
Este es nuestro mandato:
que el barrio vuelva a ser casa, jardín, escuela y refugio.
Que la dignidad empiece donde vivimos,
y que la ternura se organice, cuadra por cuadra
El cambio real se construye desde abajo, desde la unión de nuestras diferencias. Tu voz, tu organización, tu territorio también cuenta.